miércoles, 1 de julio de 2015

Hablar (Oristrell,2015)



Hablar es una de esas películas que no cuenta nada. No cuenta nada porque no busca narrar una historia, sino el encuentro fortuito de habitantes de un mismo barrio, el madrileño barrio de Lavapiés, y cómo las vidas ajenas se cruzan en el ajetreo del día a día.
El film es una delicia cinematográfica. Narrado en un solo plano-secuencia (la cámara no corta de principio a fin), es un ejercicio extraordinario de planificación fílmica. Cámara al hombro, nos adentra en las vidas tan cotidianas como extraordinarias, historias del día a día, tan insignificantes como realistas. No hay un héroe, ni buenos ni malos, sino gente común, gente que quizás en algún momento pasa por nuestro lado, desapercibida, en silencio. Reminiscencias de un glorioso cinema verité francés, un pseudodocumental sobre un casual agosto de 2015 en Madrid.

Hablar trata de la comunicación. De las personas que se cruzan. De la fuerza de las palabras. De cómo sirven para conceptualizar el mundo que nos rodea y para construirlo. Hablar reflexiona sobre la incomunicación en las relaciones personales. Sobre la distancia, sobre los móviles que nos alejan de nuestros seres queridos.

El film cobra fuerza de la mano de un extraordinario cast. No sólo logra reunir a mucha de la mejor plantilla del panorama actual español, sino que logra una coordinación en el rodaje que roza la perfección. Maravillosos (como nos tienen acostumbrados) la pareja cinematográfica del momento, Raúl Arévalo, en el papel de un desesperado en una cita a ciegas, y Antonio de la Torre, que encarna a un círculo social en el que alerta de los peligros de los bancos. También imprescindible la versatilidad de Melanie Olivares y de Marta Etura, extraordinarias en la pérdida de cordura ante lo sórdida que es la vida.

Sin duda un film que disfrutarán mucho los más cinéfilos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario