jueves, 18 de septiembre de 2014

La experimentación en la forma narrativa: Lucy (Besson, 2014)

Éxito en las taquillas internacionales
En un mes, Lucy ha conseguido situarse en lo más alto de las taquillas internacionales. $26.553.940  recaudados en salas de todo el mundo a fecha de 14 de septiembre según Rentrak. Suma y sigue.



El tráiler es uno de los primeros elementos "culpables" de este apabullante éxito del director francés. Promete una película de acción, que incluye tráfico de drogas, pistolas y violencia, y el surgimiento de una heroína, la protagonista, que se convierte en una supermujer digna de comic de Marvel; todo ello aderezado con imágenes que pasan a una velocidad vertiginosa por las retinas de los espectadores.

Scarlett Johansson. No podía ser otra la protagonista. La sensualidad de la actriz norteamericana o su fotogenia para unos primeros planos intrusivos se asemejan al rol que interpreta en La Isla (Michael Bay, 2005)

El tema: la superación de los límites del ser humano. El tema es un tema universal, la reflexión del ser humano sobre su propia naturaleza; una exploración de los propios límites y de las capacidades (inagotables) del postulado darwinista de mejorar la especie.

¿Pero... qué va a ver un espectador de Lucy realmente?
Una estructura clásica (de 90') de tres actos y una línea argumental simple y (en ocasiones) inverosímil. La trama, a veces, no se sostiene en este film que se balancea en un híbrido de cine de acción (con una heroína sexy y superpoderosa) y la ciencia ficción.

Lucy parece diseñada para el espectador comercial y el espectador cinéfilo ("dame acción" y "dame reflexión audiovisual"), ya que sin su argumento simple sería imposible su experimentación de la forma narrativa, que es en lo que reside el verdadero valor de la película. 

Las imágenes nos sobrecogen en la pantalla. Flashes de luz que pasan a velocidades vertiginosas por la pantalla grande, insertos narrativos, la Historia, en imágenes, se desliza delante de nuestros ojos. El ritmo narrativo propio de la acción se ralentiza para dar paso a momentos contemplativos, técnica heredada de Malick (El árbol de la vida, 2011), en los que, Besson nos lleva de viaje a lugares donde nuestra imaginación jamás hubiera llegado.Y es aquí, donde reside el verdadero valor de Lucy, en los orígenes de la magia del cine.

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