jueves, 2 de octubre de 2014

Corre Lola, Corre (Twyker, 1999)


"El hombre, la especie más misteriosa de nuestro planeta. Un misterio cargado de incógnitas: ¿quiénes somos?¿de dónde venimos? ¿adónde vamos? ¿cómo sabemos lo que creemos saber? ¿por qué creemos en algo? Un sinfín de preguntas que buscan respuesta. Una respuesta que planteará una nueva pregunta y su respuesta a su vez una nueva pregunta (...). El juego dura 90 minutos. La pelota es redonda. ¡El resto son teorías!"

Con esta profunda reflexión sobre la naturaleza del ser humano, Twyker nos presenta una peculiar película de acción incapaz de dejarnos indiferentes. 
Localizada en un Berlín postmoderno de los años 90 tras la caída del muro, el director nos presenta una película que emula la realidad de los videojuegos y muestra cómo la vida es una eterna mezcla de posibilidades y coincidencias en las que el capitalismo (dinero y droga) son los dos ejes de crítica que ejerce la película. 

La manipulación del tiempo confiere notoriedad a esta obra postmoderna fragmentada, en la que la vida se sucede una y otra vez de manera circular, y en la que las coincidencias (el azar, en definitiva), determinan el destino de nuestra (nada típica) heroína).

Franka Potente es Lola, una heroína a lo Lara Croft con el pelo rojo y que está involucrada en negocios de droga. Debe devolver el dinero o la droga perdida y todo el film gira en torno a qué va a hacer (en las tres veces que lo intenta como si de un videojuego se tratara, Game Over y empieza de nuevo) para conseguirlo. Ella va bien acompañada por su leitmotiv, la BSO compuesta expresamente por Twyker para la película y cantada por la propia actriz.  

¿Por qué ver Corre Lola, corre? Porque es un experimento fílmico que llega al espectador y que no deja a nadie indiferente. Por su estilo narrativo (la historia fragmentada y repetida y que mezcla cartoons con la vida real) y estilo visual (punk rebelde de los años 90. Ideal para retomar fuerzas y sentir que puedes comerte el mundo, hecho que se refuerza por su BSO de pura adrenalina). Pero también por los temas que subyacen a la película, Política e historia determinan el fatal destino de nuestra sociedad contemporánea.

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