sábado, 15 de noviembre de 2014

Interstellar (Nolan 2014)


Interstellar muestra, de nuevo, la capacidad de Nolan de trasladarnos a otros mundos. Si ya lo hizo con Origen (Inception, 2010), desafiando las capacidades cognitivas humanas, ahora posiciona al espectador en un viaje interestelar en el que la inmensidad del sistema solar, la oscuridad y el silencio serán los acompañantes en este viaje en el que la ciencia ficción coquetea con el melodrama. 

Si hay una característica que define a Nolan como autor de sus films, esa es su capacidad para jugar con el tiempo narrativo. Lo hizo en Memento (2000): Nolan posiciona al espectador a cuestionarse y relativizar las medidas temporales. En Interstellar lo hace constantemente. Cuando su protagonista, Cooper, sale en la expedición al espacio exterior en busca de planetas habitables, sabe que mientras para sus hijos van a pasar años y décadas, él tendrá casi la misma edad con la que partió. En el primer planeta, una ola gigante planea sobre la nave tripulada por Cooper. Una ola que derribó a la primera exploradora en visitar el planeta hacía varios años es la misma ola que amenaza la seguridad de los protagonistas ahora: el tiempo pasa muy muy lento. E incluso cuando se plantea la posibilidad de que el tiempo se convierta en una dimensión más (cinco dimensiones) y la relativización del tiempo. 

Interstellar  mezcla los principios del género de ciencia ficción y los adereza con melodrama. El film explora los límites de la naturaleza humana desde un punto de vista eco-tecnológico: la Tierra no resistirá más. Ya no es posible cultivar alimentos. Hay polvo que lo impregna todo, haciendo incompatible la vida humana. Polvo que, alegóricamente, es la propia muerte. Para avanzar en el desarrollo humano es necesaria la tecnología y explorar otros mundos. 
El género clásico sci-fi, del que es heredera Interstellar,  se consolida en los años 50 durante la Guerra Fría y la carrera espacial con EEUU por bandera. El momento contemporáneo que propone la película es  el de una hegemonía americana venida abajo, una lucha por la supervivencia en un planeta que cada vez se vuelve más hostil e inhabitable y que requiere buscar alternativas y posibilidades. Inmovilidad y muerte, progreso y desastre. Los misterios de la ciencia. 
Y añadido a todo esto aparece la dosis de melodrama para oponer lo abstracto, lo matemático a lo emocional. Un drama familiar que además se acentúa por la diferente forma del paso del tiempo en la Tierra y en las galaxias. 

Construcción y evolución de los personajes. Cooper rompe con el estereotipo de científico alienado: es un padre de familia que quiere buscar un lugar mejor para sus hijos. Sin embargo, es su ambición, su "llamada del deber americano" la que le impulsa a embarcarse en la aventura y abandonar a su familia, algo con lo que vivirá durante todo el film. En Interstellar no hay villanos, sólo héroes, esos que sacrificaron tantas cosas en la Tierra por el avance de la sociedad.
Las dos protagonistas femeninas, la investigadora Brand y la hija de Cooper, Murphy, son personajes fuertes y con personalidad y determinación. Murphy, rebelde, inconformista y soñadora, resulta ser, con la ayuda de su padre, la mejor científica en astrofísica del mundo. 

El happy ending americano culmina un film en el que están presentes todos los 'clásicos' de Nolan:  el guión original de su hermano Jonathan en colaboración con el  astrofísico y físico gravitacional americano Kip Thorne, la inconfundible BSO de Hans Zimmer y una sorprendente tecnología VFX.

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