domingo, 24 de enero de 2016

La chica danesa (Hooper, 2016)

 

'La chica danesa' de Hooper, encadena una serie es una serie de aciertos y fallos que finalmente concluyen en un film que queda corto para las expectativas de un 2016 mucho más transgresor que la mirada conservadora del mismo. Si bien el tema que trata es un apasionante 'biopic', la decepción del espectador durante las dos horas de duración es, casi inevitable ante lo que es más bien un "producto" de melodrama que no llega a convencer al espectador.

La mirada nos que clasifica


El film, como anuncia la mujer del pintor, Gerda (Alicia Vikander), pivota en la construcción de la mirada ajena, la mirada del otro sobre nosotros, y concretamente sobre lo femenino como objeto de la mirada masculina, en la búsqueda de quiénes somos: quienes somos frente la sociedad y quiénes somos en la intimidad.
Vemos cómo las miradas sobre el alma de Einar lo convierten en Lili frente al espejo. Vemos cómo se arriesga a mirar y reconocerse adoptando gestos de lo femenino en el peep-show en París a escondidas, vemos la mirada de la homofobia en los chicos que le propinan una paliza por ser diferente, vemos la mirada de distintos psiquiatras que lo tachan de loco… y finalmente vemos la mirada del amor, la de Gerda, que acepta y acompaña a su marido con resignación durante todo el proceso.
El espectador también participa del film con su mirada, pero quizás el error de Hooper es no dejarle construir su propia mirada, sino imponerle una, más conservadora y ajustada a los años 20, más dulcificada y romántica de lo que es la realidad. 

La belleza de la puesta en escena




Pese a su ritmo lento, la construcción del film tiene rasgos de delicadeza y buen hacer fílmico, en la que la composición de los planos es pictóricamente exquisita, aunque más orientada a la estética audiovisual que a la funcionalidad de un film que necesita más introspección.  
A cargo de Danny Cohen, encontramos secuencias que se ciñen a la composición clásica, pero se diluyen en una óleo contemplativo que le roba la fuerza a la narración. Sin embargo, ocurre en varias ocasiones que encontramos brillantez en la puesta en escena, como la primera vez que Einar siente sobre su cuerpo la ropa de mujer, minuciosamente cuidado y mimosamente medido, o cuando se presenta al baile y siente cómo todas las miradas se posan sobre su cuerpo, o en la propia secuencia del peep-show en París, quizás la más exquisita de todo el film.  


Un dúo de altura: Eddie Redmayne & Alicia Vikander


La elección de un versátil Eddie Redmayne, oscarizado por su 'Teoría del Todo' el año pasado, lo posiciona como una de las grandes apuestas en el cine contemporáneo. 
Creemos a ese Redmayne travestido y feminizado, si bien cuenta con esos atributos de un hombre que suscita la duda entre la androginia y la masculinidad. Nos lo creemos desde el momento que roza los pantys hasta que está hospitalizado, anémico, devastado. Y es que el actor británico ha sido posiblemente la mejor elección de cast que pudo hacer Hooper, junto con la de su compañera Gerda (Alicia Vikander).

El personaje que defiende magníficamente Vikander es el de una mujer atractiva, en la plenitud de su juventud, que busca frustrada la atracción con su marido, y sus cuerpos no se encuentran. En ese punto de partida, el espectador ya ha empatizado con el personaje de Gerda, ya se ha sentido atraído, movido por la mujer luchadora que acompañará a su marido, devota, incondicionalmente, por el calvario de encontrarse a sí mismo/a. Vikander aporta esa frescura y jovialidad a un personaje luchador e incansable, que será el alma máter del film y con el que el espectador sufrirá en silencio. 

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