Cuanto más leo del maestro del suspense, más me gusta Hitchcock: su delicadeza fílmica, su manera de generar el suspense con ese tiempo prolongado, con esos personajes que aparentaban y nunca eran lo que eran, o lo que parecía, con esas mujeres protagonistas, psicópatas y a la vez tan delicadas.
He mirado a través de su 'Ventana Indiscreta', me han sobrevolado en constante sobresalto sus 'Pájaros', y he acompañado una y tantas veces a Marion a la ducha en 'Psicosis', ese imprevisible giro de guión, inesperado, abrupto, meticulosamente medido.
Pero quizás hay dos películas del director británico que me gustan más que el resto, y esas son Marnie, la ladrona y Con la muerte en los talones. En palabras de Truffaut:
"¿Qué es lo que le apasiona tanto al protagonista de Marnie? ¿Que esta ladrona depende de él porque conoce su secreto y sólo de él depende para que la entregue a la policía, o, sencillamente, que le parece excitante acostarse con una ladrona?"
Me gusta el libro porque habla del cine más clásico de suspense, del maestro del cine, de maestro a maestro. Porque Truffaut cuestiona a Hitchcock, le pregunta por maneras diferentes de hacer su cine, sin complejos. Me gusta porque es un diálogo "de cine", la caja negra del psicoanálisis del cine hitchcockiano, narrada también desde todas las realidades del propio director.
Alguna vez, y de vez en cuando desde que lo compré, vuelvo a releer este libro. Los orígenes de un cine. El cine-autor. Los nervios. El suspense.
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