lunes, 19 de octubre de 2015

Sobre la entrada de Netflix al mercado cinematográfico español

http://www.marketingdirecto.com/actualidad/medios/netflix-y-su-ofensiva-cinematografica-meten-el-miedo-en-el-cuerpo-a-la-industria-del-cine/


Recuerdo una conversación con Paco León hace un par de años sobre la necesidad de cambiar los canales de distribución cinematográficos en España. Comentaba, que con su saga 'Carmina' se había abierto una nueva veda en los canales de distribución, y discutíamos sobre el monopolio de los estrenos en las salas de cine. 

Recuerdo que él, me ponía los siguientes ejemplos:

  • Imagina que acabas de ser padre/madre. Por tu condición y tus responsabilidades con un bebé,  no puedes ir al cine. Pero, ¿por qué tiene eso que significar que no puedas ver/consumir cine a través de otros canales de distribución legales, de pago, a tu alcance, y que no dañen a la industria? 
  • Imagina que vives en un pueblo en la Andalucía rural,  en el que no hay salas de cine en 50km a la redonda porque no se consideran un negocio rentable. ¿Significa eso que tus posibilidades de consumir películas de estreno se vuelven de repente nulas?  ¿significa que, efectivamente, no vas a poder VER CINE de estreno?
 Creo que Netflix​ es una solución alternativa a los canales tradicionales de distribución cinematográfica, y eso es muy positivo para la industria. Es muy positivo en el sentido de que va a dar visibilidad y acceso a muchos productos audiovisuales, poniéndolos al alcance de muchos más potenciales espectadores, en cualquier lugar del mundo.  

Es muy positivo porque inagura una etapa en la que el cine no necesariamente se va a consumir sólo en las salas. Porque esta ya es la realidad en el caso español, solo que es necesario aún consumir productos audiovisuales por vías legales. 

Sin embargo, es cierto que Netflix supone un riesgo para las salas de cine tradicionales. Sobre todo para aquellas salas de cine que no sean capaces de reinventarse, que no se renueven, que no sean capaces de reestructurarse en torno a la oferta.
 Ese valor añadido de la gran pantalla panorámica, del sonido envolvente frente a la pequeña pantalla. Llega más que nunca el momento de que el cine se convierta en cine- experiencia. De que el espectador distinga entre el consumo individual (en la pantalla del ordenador) y el colectivo (el cine de las salas, el cine como objeto de consumo social). De que el acto social de "ir al cine" cobre el valor que se merece frente al consumo audiovisual del hogar, sin menospreciar ni mucho menos a este último.
Porque cada momento y cada situación condicionan cada visionado. Y porque siempre es buena la entrada de nuevos actores que nos traigan mucho (más) audiovisual.

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