lunes, 1 de febrero de 2016

Los odiosos ocho (Tarantino, 2016)


'Los odiosos ocho' es, más que nunca, Tarantino en estado puro.

Volviendo a hacer una revisión del tema histórico, que ha marcado su filmografía más reciente (Django, Malditos Bastardos), en esta, su octava película, Tarantino lleva al espectador a un paseo, una encerrona en una diligencia tras la Guerra de Secesión. 

El film abre con una meticulosa puesta en escena, planos contemplativos de un paisaje nevado que se va descubriendo ante nuestros ojos. Un blanco gélido, que contrasta con la oscuridad que proyectan sus personajes, y que servirá de lienzo sobre el que (el espectador ya intuye) derramar tanta sangre.

A partir de ahí, la tensión se va creando in crescendo. Desde un lugar abierto y vulnerable a las tormentas de nieve, los personajes, seleccionados exquisitamente en un cast que incluye los 'habituales' de Tarantino, llegan a un refugio de montaña, donde verdaderamente el espectador descubrirá el concepto de claustrofóbico espacio de violencia. Y es que el espacio donde se desarrolla la mayor parte del film, está encerrado. Los personajes están encerrados. Encerrados en un refugio de montaña y con el acecho de un temporal de nieve que promete no cesar. Encerrados pero no a salvo. Encerrados sin escapatoria. 

Es entonces cuando Tarantino se dedica a desplegar las piezas de su laberíntica narración en la que nada es lo que parece. Empieza su juego de engaños, y mientras que ya nadie se sorprende de ver sangre en sus films, el espectador sí quedará eclipsado por el juego con el suspense, desconcertado por constantes giros de guión inesperados
Especial mención al estupendo flashback de la fugitiva, Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), que nos advierte, por si no nos hemos dado cuenta ya (la narración por capítulos es una muy buena pista, espectador), de que estamos ante una narración manipulada. Pero el espectador acepta el juego, y llega al final del film vapuleado en el asiento. Y también especial mención a un Samuel L. Jackson que despliega la mejor versión de sí mismo, y a la envolvente e inquietante banda sonora compuesta por Ennio Morricone, capaz de generar esa atmósfera y contribuir al efecto de suspense del film.

Con esa creación de expectativas en las que nada es lo que parece, aderezando su única voz como la voz posible para abordar la Guerra de Secesión y el conflicto racial, y en un pastiche cinematográfico que aúna el western con el teatro de variedades, Tarantino nos trae el film que posiblemente, sea la obra maestra de su cinematografía

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