(De nuevo) Una exploración de las relaciones personales
Cesc Gay explora de manera intimista (y con un toque de comedia, como viene siendo habitual en sus últimos films) las relaciones personales. Si en Con una pistola en cada mano (2013) acercaba al espectador a las crisis matrimoniales y de pareja con brillantez, en Truman se aproxima a una relación de amistad pura, en la que el altruismo y el apoyo ilimitado al otro marcan la línea general de este film.
Con una selección del mismo cast que protagonizara su película de 2013 (Javier Cámara, Ricardo Darín), Gay trata de presentar esa amistad hoy ya casi en peligro de extinción bajo el hilo de Truman, el perro que deberá encontrar a un nuevo dueño para cuando su dueño (Ricardo Darín) ya no esté.
Si bien el film no llega a alcanzar la profundidad emocional que requiere, ese relief de comedia que bien controla Cesc Gay es quizás el punto más fuerte de esta historia.
Madrid, omnipresente
También Truman es un ejercicio de city marketing dentro del cine.
La mayor parte del film transcurre en el madrileño Barrio de las Letras, una localización tan bohemia como acogedora para el recién llegado Tomás (Javier Cámara) y que encaja a la perfección con el estilo de vida de Julián, un actor argentino afincado en España. Ambos nos llevarán por un recorrido a las emblemáticas calles madrileñas, mostrando esa imagen positiva de un barrio que empieza a regenerarse y convertirse en referente turístico y cultural dentro de la capital.
Sin embargo, en Truman falta algo. Y no es un espléndido Ricardo Darín, capaz de arrojar luz sobre cualquier papel. Sino que la historia se queda corta. Se queda corta por su ritmo demasiado lento. Por su final predecible. Por su ambigüedad entre el realismo y la idealización, pero siempre con la marca personal de Cesc Gay, que quizás, junto con los actores, es el plus de esta película.
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